viernes, 9 de mayo de 2014

Día 1: Madrid - Túnez, primeras impresiones



Emocionadas... así empezaba nuestro esperado viaje. Madrugón para coger el autobús de Bilbao a Madrid. Una vez allí, cogimos otro autobús de línea que nos dejó en la terminal uno del aeropuerto. Ya en facturación de Tunisair, a pesar de la cola, empezó la diversión... Una señora de unos 55 años se nos acercó amablemente y nos preguntó si podía estar con nosotros, que viajaba sola y estaba muy nerviosa. Un poco perplejas, le preguntamos que qué le pasaba y nos contó que su compañera de viaje le había dado plantón y estaba dudando si hacer o no el viaje ella sola; es más, la mujer decía que se iba a su casa porque le daba mucha inseguridad ir sola a Túnez.
Lo cierto es que todo nos sonaba un poco surrealista, pero por supuesto intentamos animarla y le dijimos que se quedara con nosotras en la cola. Su mayor miedo era el no poder comunicarse, ya que no hablaba inglés ni francés, pero la convencimos de que en el hotel internacional al que iba seguro que alguien hablaría español y, en su defecto, algún cliente. Desde ese momento, la señora, nuestra querida Gladys, no se nos despegó en el aeropuerto ni por un segundo, es más, confieso que por nuestras mentes se pasó que la señora tuviera algún propósito extraño; yo hasta escuchaba internamente la voz de mi madre diciendo eso de "¡a ver con quién andas, cuidado en el aeropuerto no sea que te metan algo en la mochilaaaa!", pero bueno, confiando en la buena fe de la gente, decidimos acogerla. En fin, a todo esto, en la cola un señor mayor muy agradable, nos miraba sonriente atento al panorama con la señora y, cómo no, decidió intervenir para amenizar la espera. Resulta que el buen hombre era español, pero vivía en Túnez y debía haber sido algún tipo de cargo diplomático, ya que tenía contactos en la embajada y nos ofreció amablemente su número de teléfono por si teníamos cualquier tipo de problemas allí. Tras una hora amenizada por las anécdotas del señor Pepe, nos tocó la hora de facturar, no sin el previo chanchullo de maletas porque, como siempre, la mía pasaba de los 20 kg permitidos, de los cuales a posteriori me sobraron 15, y es que lo de simplificar no se me da nada bien; en una próxima entrada propondré un equipaje básico para viajar a Túnez en época primaveral.
Ya acompañadas por nuestra nueva mejor amiga, hicimos tiempo para el embarque...el avión iba a tope; a Gladys le tocó 2 filas por detrás de nosotras y la mujer se pasó todo el vuelo llamándonos a gritos y recordándonos que al desembarcar la esperásemos... sería por si nos escapábamos. El vuelo con Tunisair fue estupendo, la tripulación muy amable y la cena no estuvo mal. Además, como compañero de asiento nos tocó un chico tunecino, afincado en Madrid y que hablaba un perfecto español. Nos puso al día de comidas típicas, historia y costumbres de su país. En apenas 2 horitas y pico aterrizamos sin imprevistos en el aeropuerto de Túnez. Las maletas salieron rápidamente y sin problemas. A nosotras y a más gente del vuelo nos esperaba el guía de nuestra agencia para dejarnos en los respectivos hoteles. El problema era nuestra Gladys, ella se hospedaba en Túnez capital y no íbamos en la misma dirección. Hicimos esperar a todo el grupo para poder ayudarla a coger un taxi y que le cobrasen un precio razonable. Nuestra salvación fue el chico del avión, que se dirigía a la estación de Túnez y aceptó compartir taxi con Gladys para dejarla sana y salva en su hotel. Nuestro guía nos llevó al autobús, donde un muchacho nos quitó literalmente el equipaje para meterlo al maletero y, claro está, seguidamente pedirnos dinero; la verdad que no le dimos nada porque no teníamos ni un dinar, no habíamos tenido tiempo de cambiar dinero al llegar y, además, no fue nada amable. El trayecto de Túnez a Hammamet es de alrededor de una hora y la carretera es bastante buena y muy tranquila a esa hora de la noche. Los hoteles estaban en Yasmine Hammamet, una zona situada a unos 10 km de Hammamet. La última de las paradas fue la de nuestro hotel. Por fin llegábamos al Iberostar Averroes. La primera impresión del hotel, buena. Hotel aparente, un tanto viejuno, pero prometía. Al llegar tan tarde, nos reservaron algo de cena, que podían haberse ahorrado porque eran una lonchas de queso, unas rodajas de algo parecido a la mortadela y un poco de ensalada...En la recepción nos asignaron la habitación y ¡oh sorpresa! cuando subimos la habitación estaba sin hacer. Nos tuvieron que asignar otra habitación que al final fue mejor para nosotras, ya que esta última tenía vistas a la piscina y a la playa. La habitación era amplia, con 2 camas grandes y bastantes cómodas. La temperatura a esa hora era de unos 18 grados, así que estuvimos un ratito contemplando las vistas desde la terraza...Y tras un día largo y movidito, tocaba la hora de irse a dormir.

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