martes, 6 de mayo de 2014

Viajar con los cinco sentidos

Desde la antiguedad, el ser humano se ha desplazado en busca de cosas, ya sean tangibles o intangibles. El hombre prehistórico se desplazaba para encontrar alimento o en busca de un clima más propicio. Los cazadores viajaban instintivamente, de manera natural y como acto de supervivencia. Posteriormente, los desplazamientos han ido respondiendo a diversos objetivos como el intercambio comercial, la peregrinación religiosa, la colonización de tierras, el ocio o el intercambio cultural. Desde Alejandro Magno a los comerciantes en la ruta de la seda, pasando por Marco Polo, Colón... Viajar en su más amplio sentido nos acompaña desde nuestros orígenes.

 Como apasionada viajera, encuentro en los viajes una experiencia de vida impresicindible. Por desgracia, la falta de tiempo libre, las obligaciones y el coste económico que supone hacen complicado el viajar habitualmente, pero en cualquier caso yo, siempre que me es posible, disfruto mucho más inviertiendo mi dinero en viajes antes que en cualquier otro bien material. Vivo viajar como una apertura total hacia el descubrimiento de cosas nuevas, no tanto como un simple acto turístico limitado al ocio y a la visita de lo preestablecido. Hay quien piensa que esa necesidad de viajar es una forma de huir de la realidad, probablemente sea así... ¿acaso es malo? Yo al menos necesito esa desconexión, escapar de la cotidaneidad para afrontar renovada mi realidad. Cuando la actitud del viajero es receptiva, viajar siempre aporta algo positivo, ya sea de una manera u otra sacaremos un aprendizaje de cada lugar. Viajar abre nuestra mente a lo diferente, al descubrimiento de nuevos olores, sabores, amaneceres, gentes, idiomas... nos hace libres, nos aporta seguridad y fortifica la confianza en nosotros mismos. Viajar es un alimento espiritual que amplifica nuestra visión global para poder comparar y comprender mejor el mundo.

 No pensemos sólo en los grandes viajes, ni en los lugares más exóticos o lejanos. Viaja adaptándote a tu personalidad y a tus necesidades, pero hazlo con el alma al descubierto, dispuesto a hacer de cada momento un recuerdo inolvidable. Viaja en cualquiera de sus formas, cerca, lejos, en plan hippie, a lo mochilero, a lo grande, recorre España, la Patagonia, vete al fin del mundo o a la vuelta de la esquina, pero ¡viaja!, incluso vuela con tu imaginación, viaja con la música, con la lectura, con las experiencias de otros, abre tus sentidos y disfruta con los pequeños detalles... si no puedes ir lejos, no importa, cógete un autobús a ese pueblito de al lado que no conoces o, tal vez, a la ciudad más cercana... da igual a dónde, pero date el gusto de viajar en el más amplio sentido de la palabra.

                                                                                                                                                               By Morgana, M.L

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